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The Conversation

  • Written by María Isabel Alfonso, Professor of Spanish, St. Joseph's College of New York
Miles de cubanos y activistas internacionales de los derechos LGBTQ participan anualmente en el evento anual, Jornada contra la Homofobia y la Transfobia en Cuba.AP Photo/Desmond Boylan

Desde mediados de agosto, los cubanos debaten una propuesta reforma constitucional que, entre otros cambios sustanciales, allanaría el camino para la legitimación del matrimonio gay.

La nueva constitución también busca penalizar a quienes discriminen ya no sólo por razones de sexo, sino también de género, orientación sexual, e identidad de género.

Si la Asamblea Nacional, bajo el liderazgo del nuevo presidente, Miguel Díaz-Canel, aprueba el documento en el referendo del 24 de febrero del 2019, el matrimonio quedaría redefinido en el artículo 68 como la unión “entre dos personas.” Actualmente se define como una entre un hombre y una mujer.


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Hasta ahora, la Constitución de Cuba, conocida como la Carta Magna, no da total protección legal a iniciativas privadas, de asociación, ni permite la unión entre personas del mismo sexo, dinámicas todas que han ido expandiéndose y clamando por un espacio de aceptación en los últimos tiempos.

Los emigrados con nacionalidad cubana pueden ser parte del proceso de consulta popular, participando en un foro digital habilitado por el Ministerio de Relaciones Exteriores – lo cual ha sido calificado por Ernesto Soberón, director de la Dirección de Asuntos Consulares de Cubanos Residentes en el Exterior, como un “hecho inédito.”

Los emigrados no podrán, sin embargo, votar en el referendo de febrero.

Hacia una participación pluralista

El actual proceso de reforma en Cuba comenzó tras la sucesión en el 2006 de Raúl Castro a su hermano Fidel Castro, cuando este enfermó.

Durante las primeras décadas de la Revolución de 1959, los procesos de gobierno fueron mucho más cerrados, debido – entre otros factores – al continuo asedio de los Estados Unidos, que mantiene un embargo a la isla comunista desde 1962.

Bajo el gobierno de Raúl Castro, la economía cubana empezó a abrirse a la inversión extranjera y se dio inicio al proceso de normalización de relaciones con EEUU, gracias también a la apertura económica propiciada por el Presidente Barack Obama. Raúl Castro se retiró del poder en abril del 2018, tras la elección de Miguel Díaz-Canel, un líder más joven, como nuevo presidente de Cuba.

La Carta Magna de 1976 ha atravesado a su vez ya tres modificaciones parciales, en los años 1978, 1992 y 2002. En la primera, de 1978, se buscó fomentar mayor participación política de los jóvenes, mientras que la de 1992 propuso la liberalización de ciertos elementos dentro del modelo económico socialista.

La actual es considerada una reforma total: se añaden 87 artículos, se modifican 113 y se eliminan 13, incluso la sección del Artículo 5 que hace referencia al avance de Cuba “hacia la sociedad comunista.”

Acepta también la propiedad privada, limita el mandato presidencial a cinco años e introduce el cargo de Primer Ministro.

La posible legalización del matrimonio gay ha provocado un debate público intenso, no sólo dentro de los grupos de discusión diseñados por el gobierno, sino también de manera espontánea a nivel popular.

En Cuba, país al que he dedicado gran parte de mi investigación como profesora de literatura y estudios culturales, estas dinámicas de por sí ya representan un cambio social significativo.

Los derechos LGBTQ

El gobierno de Raúl Castro fue también testigo de un auge en los temas de reconocimiento social a los derechos LGBTQ, liderado por su hija Mariela Castro, diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular y presidenta del Centro Nacional de Educación Sexual, una organización que desde su fundación en 1989, se centra en la defensa de estos asuntos.

Debido a la falta de encuestas, actualmente es difícil saber con números exactos qué porcentaje de cubanos apoya al matrimonio gay.

Es apreciable, sin embargo, que los niveles de aceptación del tema homosexual se han incrementado, tanto a nivel institucional como popular.

En los años sesenta y setenta, la homosexualidad fue considerada como incompatible con el modelo del revolucionario popularizado por Fidel Castro: ateo, heterosexual, y anti-burgués. Homosexuales y religiosos, entre otros, fueron enviados a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, centros de entrenamiento para “fortaler” a esos que no cabían dentro de tal modelo.

En la actualidad, la homosexualidad ha llegado a ser aceptada a nivel institucional como un componente más de la sociedad. Se celebran anualmente jornadas contra las transfobia y la homofobia, así como el desfile de Orgullo Gay. En el 2008, se aprobó una resolución que establece las normas para las operaciones de reasignación de sexo.

La iglesia sale como fuerza de oposición visible

Pero subsisten aún rezagos de intolerancia.

Frente a la posible legalización del matrimonio igualitario, la Iglesia Evangélica Pentecostal Asambleas de Dios, la Liga Evangélica y la Iglesia Metodista, entre otras denominaciones cristianas en la isla, emitieron un comunicado oponiéndose a la reforma que daría paso a la legalización del matrimonio homosexual.

Tradicionalmente, la religión ha ocupado un lugar secundario con respecto a la política en Cuba.AP Photo/Cristobal Herrera

La carta abierta, publicada el 8 de junio, argumenta que el matrimonio gay “no tiene relación alguna con nuestra cultura, nuestras luchas de independencia, ni con los líderes históricos de la Revolución.”

Cuba es un país laico donde históricamente las expresiones de religiosidad han ocupado un lugar secundario con respecto al discurso político. Despliegues tan explícitos de oposición basada en la fe, a un tema que cuenta con apoyo gubernamental, son inusuales.

Aún más lo es que estas contestaciones estén siendo movilizadas, del espacio cerrado de la institucionalidad religiosa, al público.

Algunos predicadores religiosos ya están haciendo campañas proselitistas callejeras en contra del tema, con volantes que abogan por la defensa de “un diseño original” de familia, según relata un artículo en la publicación cultural La Jiribilla.

Una respuesta desde el activismo

Los colectivos LGBT y feministas no han demorado en responder a las declaraciones de las iglesias.

Clandestina, la primera tienda de ropa online cubana, y La Marca, un taller de tatuajes, son los principales distribuidores de un mensaje “a favor del diseño cubano” de “una familia muy original” – lenguaje que rebate el mensaje evangélico de un “diseño original” creado por Dios.

“Creo que es antes que nada un asunto de libertad de expresión,” me comentó Roberto Ramos Mori, Coordinador y Responsable de Cultura en La Marca:

“La manera de contrarrestar el odio es con mucha tranquilidad e inteligencia, y humor por supuesto”, comenta.

En las redes sociales, los cubanos que promueven los derechos LGBTQ consiguen seguidores usando el hashtag #mifamiliaesoriginal.

Las actuales campañas anti-LGBTQ de la iglesia cristiana en Cuba reflejan una estrategia recurrente reciente en Latinoamérica, advierte la feminista cubana Ailynn Torres Santana.

En 2017, Ecuador pasó una ley que permitía a los ciudadanos autoidentificar su propio género. Frente a una legislación que reconocía el género como “una construcción social y cultural binaria, patriarcal y heteronormada”, explica Torres Santana, las comunidades católicas y evangélicas emitieron un comunicado que apelaba por “la convivencia ciudadana en diversidad y en armonía con la naturaleza.”

Escenarios semejantes han surgido en países como Colombia y Brasil. Grupos cristianos se han opuesto a cualquier intento político de romper con los roles de género tradicionales, denominándolos peyorativamente un “resultado” de la “ideología de género.”

¿Qué sigue en Cuba?

El matrimonio gay no es el único frente de batalla de las iglesias conservadoras, ya empoderadas en la Cuba de hoy día.

El aborto, prohibido en la gran mayoría de los países latinoamericanos, ha sido legal en Cuba desde 1965. Tradicionalmente, ni la Iglesia Católica ni las iglesias cristianas se han opuesto públicamente al derecho.

Pero en los últimos años las manifestaciones anti-aborto también han tomado auge en Cuba.

Si las iglesias conservadoras logran consolidar un voto negativo con respecto a la legalización del matrimonio gay en Cuba, esto representaría, en mi opinión, un paso de retroceso.

Sin embargo, la emergencia y progresivo empoderamiento de voces periféricas dentro del espacio público cubano, incluyendo las de las iglesias, es una indicación más de que el país ya ha cambiado.

María Isabel Alfonso es co-fundadora de Cuban Americans for Engagement, una organización sin ánimos de lucro dedicada al trabajo por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba.

Authors: María Isabel Alfonso, Professor of Spanish, St. Joseph's College of New York

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