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The Conversation

  • Written by Eva Fisher, Communication Faculty Member, Colorado State University Global
imageLas personas con trastorno dismórfico corporal suelen examinarse a sí mismas y a sus defectos percibidos.Stevica Mrdja/EyeEm via Getty Images

Aunque durante décadas los trastornos de la conducta alimentaria han generado mucho interés público, se ha prestado mucha menos atención a una afección relacionada con ellos denominada trastorno dismórfico corporal o TDC.

El trastorno dismórfico corporal suele pasar desapercibido debido a la vergüenza que sienten las personas por una o más partes de su cuerpo, pese a que es una afección psicológica devastadora y debilitante. Las personas con este trastorno sufren pensamientos obsesivos y comportamientos repetitivos relacionados con su aspecto.

Mientras que las personas con trastornos alimentarios pueden ver su cuerpo con bajo peso como demasiado gordo, las que padecen trastorno dismórfico corporal se ven a sí mismas feas o desfiguradas aunque a los demás les parezcan normales o atractivas.

El trastorno dismórfico corporal es más frecuente en hombres y mujeres que la bulimia o la anorexia. Aproximadamente el 2.5% de las mujeres y el 2.2% de los hombres en Estados Unidos cumplen los criterios del trastorno dismórfico corporal. Eso es un porcentaje superior a la prevalencia del trastorno de ansiedad generalizada, la esquizofrenia o el trastorno bipolar entre la población general.

Como comparación, la bulimia se observa en aproximadamente el 1.5% de las mujeres y el 0.5% de los hombres en Estados Unidos, y la anorexia en el 0.35% de las mujeres y el 0.1% de los hombres.

Somos un equipo de médicos e investigadores de la comunicación y la salud mental de Colorado State University Global, Hofstra Medical School y la Universidad de Toronto. Una de nosotras, Eva Fisher, vivió con el trastorno durante casi 15 años antes de conseguir ayuda y recuperarse. Su libro, titulado “The BDD Family” (La familia del TDC), ofrece una visión de su lucha diaria con el trastorno dismórfico corporal, así como información sobre el diagnóstico y el tratamiento.

En nuestra opinión, el trastorno dismórfico corporal debe conocerse y divulgarse mejor para que más personas que lo padecen puedan ser diagnosticadas y tratadas adecuadamente.

El trastorno dismórfico corporal suele implicar una fijación en un único rasgo, como la forma o el tamaño de la nariz, un lunar o la forma o curvatura de una determinada parte del cuerpo.

Comparación entre el TDC y los trastornos alimentarios

Las personas con trastorno dismórfico corporal y las que padecen trastornos de la conducta alimentaria comparten emociones negativas similares, como vergüenza, repulsión y molestia por su aspecto. También tienen algunos comportamientos similares, como mirarse en el espejo, tomarse fotos para examinar su apariencia, buscar que los demás les tranquilicen sobre su aspecto y utilizar ropa que disimule u oculte los defectos percibidos.

Las personas que padecen estos trastornos suelen evitar lugares y actividades debido a la inseguridad que sienten por su aspecto. Además, quienes padecen trastornos de la alimentación y trastorno dismórfico corporal pueden no ser conscientes de que las percepciones que tienen de su imagen corporal están distorsionadas.

La depresión es común en las personas con trastorno dismórfico corporal, que son más proclives a padecer tendencias suicidas que las personas con trastornos alimentarios, incluyendo pensamientos suicidas e intentos de suicidio. Aunque tanto los trastornos alimentarios como el trastorno dismórfico corporal pueden ser graves y poner en peligro la vida, las personas con trastorno dismórfico corporal experimentan, en promedio, un mayor deterioro en su funcionamiento diario que las que padecen trastornos alimentarios.

Una experiencia personal

Mis síntomas (los de Eva) de trastorno dismórfico corporal empezaron a los 16 años. Algunas causas podrían haber sido el acoso escolar en la infancia y el perfeccionismo sobre mi aspecto. Me obsesionaba con la forma y el tamaño de mi nariz durante más de ocho horas al día y comparaba constantemente mi aspecto con el de las modelos de las revistas de moda.

Estaba convencida de que los demás me juzgaban negativamente por mi nariz, que yo percibía como ancha y fea. Odiaba tanto mi nariz que no quería casarme ni tener hijos porque temía que la heredaran.

Incluso después de hacerme cirugía plástica a los 18 años para angostar mi nariz, seguí odiándola. Este es un resultado muy común entre las personas con este trastorno que se someten a cirugías estéticas.

Las investigaciones indican que el 66% de las personas con trastorno dismórfico corporal han recibido tratamiento estético o dermatológico. Sin embargo, incluso cuando las personas se sienten mejor con una parte de su cuerpo después de la cirugía, la obsesión por la imagen suele trasladarse a otra u otras partes del cuerpo.

Algunos pacientes se someten a varias intervenciones en la misma parte del cuerpo. Otros se sienten tan decepcionados por los resultados de la operación que quieren suicidarse.

Trágicamente, muchas personas con trastorno dismórfico corporal consideran la idea de suicidarse y algunas intentan quitarse la vida. Aproximadamente el 80% de las personas con trastorno dismórfico corporal experimentan ideación suicida a lo largo de su vida, y entre el 24% y el 28% han intentado suicidarse. A menudo, se trata de hombres y mujeres jóvenes que se sienten tan desesperanzados por los defectos que perciben en su aspecto que el suicidio les parece la única forma de acabar consu sufrimiento.

El trastorno dismórfico corporal conlleva un alto riesgo de suicidio, y a veces buscar soluciones dermatológicas puede empeorar los problemas si la persona no está satisfecha con ellas.

Cuando la apariencia se convierte en un problema

¿En qué se diferencia el trastorno dismórfico corporal de las preocupaciones normales por la apariencia? Los investigadores han hallado pruebas de que, aunque la insatisfacción con la apariencia puede variar en gravedad, existe un grupo diferenciado de personas con una preocupación mucho mayor por la apariencia, muchas de las cuales probablemente padezcan el trastorno. Estas personas se sienten mucho peor con su aspecto que las que tienen preocupaciones normales sobre su apariencia, y experimentan más ansiedad, depresión, vergüenza y desprecio por algunos aspectos de su apariencia.

Aproximadamente un tercio de las personas con este trastorno se obsesionan entre una y tres horas al día con sus defectos percibidos, casi el 40% entre tres y ocho horas al día y aproximadamente una cuarta parte más de ocho horas al día. La mayoría de las personas con trastorno dismórfico corporal saben que pasan demasiado tiempo pensando en su aspecto, pero otras creen erróneamente que es completamente normal preocuparse por su aspecto durante horas todos los días.

Entre los comportamientos más comunes del trastorno dismórfico corporal se incluyen, de más a menos frecuentes:

  • disimular los defectos percibidos con ropa y maquillaje

  • comparar el propio aspecto con el de los demás

  • mirarse en espejos y otras superficies reflectantes

  • buscar tratamientos estéticos como cirugía y dermatología

  • tomarse fotos repetidamente para comprobar su aspecto

  • buscar el consuelo de los demás sobre el defecto percibido o convencer a los demás de que esa parte de su cuerpo no es atractiva

  • tocarse el defecto percibido

  • cambiarse excesivamente de ropa

  • hacer dieta y pellizcarse la piel para mejorar el aspecto

  • hacer ejercicio en exceso, incluido el levantamiento de pesas.

Descubrir las causas del trastorno dismórfico corporal

Se desconocen las causas exactas del trastorno dismórfico corporal. Entre las posibles causas del desarrollo se incluyen factores genéticos, el acoso en la infancia y las burlas en la niñez sobre la apariencia y la capacidad, así como el maltrato y los traumas en la infancia. Otros factores que podrían influir son el hecho de crecer en una familia en la que se da mucha importancia a la apariencia, los estándares perfeccionistas con respecto a la apariencia y haber sido expuesto a elevados ideales de atractivo y belleza en los medios de comunicación..

Los rasgos de personalidad más comunes entre las personas con trastorno dismórfico corporal son el perfeccionismo, la timidez, la ansiedad social, la baja autoestima y la sensibilidad al rechazo y la crítica.

Los investigadores han descubierto que las personas con este trastorno pueden presentar anomalías en el funcionamiento del cerebro. Por ejemplo, un estudio reveló que las personas con trastorno dismórfico corporal, así como las que padecen anorexia, tienen un sesgo en el procesamiento de la información que tiende hacia los detalles en lugar de ver las imágenes de forma general; en otras palabras, ven los árboles en lugar del bosque. Esto sugiere que las anomalías en el sistema visual del cerebro podrían contribuir a las distorsiones que experimentan las personas con trastorno dismórfico corporal y anorexia.

Tratamientos eficaces

Afortunadamente, existen tratamientos eficaces para las personas con trastorno dismórfico corporal. Tanto la terapia cognitivo-conductual como la medicación se utilizan para tratar el trastorno.

Durante la terapia cognitivo-conductual, los terapeutas trabajan con los pacientes para ayudarles a modificar los pensamientos y creencias intrusivas sobre el aspecto físico y a eliminar los comportamientos problemáticos asociados a la imagen corporal, como mirarse en el espejo y tratar de reafirmarse.

Los medicamentos conocidos como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, o ISRS, como Prozac y Zoloft, pueden reducir o eliminar las distorsiones cognitivas, la depresión, la ansiedad, los pensamientos negativos y los comportamientos compulsivos. También pueden aumentar la capacidad de introspección y mejorar el funcionamiento diario.

Yo (Eva) asistí a sesiones con un psicólogo y un psiquiatra para combatir la depresión y la ansiedad causadas por mis problemas de apariencia. Afortunadamente, tanto la medicación como la terapia fueron eficaces para reducir mis sentimientos negativos y comportamientos compulsivos.

Dos años después de empezar el tratamiento, mis síntomas disminuyeron y se volvieron manejables. Hoy conduzco dos grupos de apoyo en línea y aliento a la gente a aprender más sobre el trastorno. Los miembros del grupo ofrecen apoyo y consuelo a otras personas como ellos que comprenden sus luchas diarias. También comparten consejos sobre cómo obtener ayuda para este trastorno de la imagen corporal tan común pero tan poco conocido.

Para obtener más información sobre el diagnóstico y el tratamiento del trastorno dismórfico corporal, visite el sitio web de la International OCD Foundation BDD.

Eva Fisher trabaja para Colorado State University Global. Está afiliada a la Fundación Internacional del TOC.

Fugen Neziroglu está afiliada a OCDNY, IOCD, ADAA. Ha recibido financiación de Bio Haven Pharmaceutical Company.

Jamie Feusner recibe financiación de los Institutos Nacionales de Salud y de la Fundación de la Familia Klarman. Está afiliado a NOCD, Inc.

Authors: Eva Fisher, Communication Faculty Member, Colorado State University Global

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